17 diciembre 2000

De donde nace mi inspiración artística


Desde muy pequeña tuve una relación cercana con el arte. Miraba desde el corral a mi mamá mientras hacía clases de artesanías para niños, y luego, ya más grande, la acompañaba a las demoliciones a buscar ventanas y puertas desechadas, que luego raspábamos y poníamos en nuestras casas. Creo que en esas salidas me fui enamorando de los fierros, y en general de todos los objetos que contienen historia, que son vestigios de un pasado.

Durante mi infancia íbamos con mi familia al sur casi todos los veranos, generalmente a hacer camping y recorrer muchos pueblos, a veces sin un rumbo fijo, pero siempre buscando lo que tuviera un valor natural, patrimonial o histórico. En esos veraneos , y luego en mis campamentos scouts, me fui acercando a la naturaleza y comprendí que siempre sería importante en mi vida. En ella encuentro la paz y la belleza que a veces se me hacen tan esquivas en el mundo urbano. Parece contener toda la sabiduría y el equilibrio que nos falta.

Al salir del colegio, mi hermano me invitó a conocer la Isla Toto ("La fiebre del loco"), lugar donde él vivió varios meses. En esa oportunidad, y en continuas visitas posteriores, viví fuertes experiencias con el mar. Llegué a ser amiga de los pescadores artesanales, y con ellos tuve la posibilidad de ir a la pesca, de abrir y faenar un pescado, de bucear, de ver lobos de mar y toninas al alcance de mi mano, o pasar noches enteras en un bote simplemente mirando la luna.

Observé como el mar lo es todo en sus vidas, y de alguna forma todas estas experiencias fueron marcando una fuerte afición en mí. Me maravilla el mundo marino y todos sus habitantes. Me intriga que sea un mundo paralelo, misterioso, oscuro, pero que sin embargo está repleto de vida y belleza.

El mar se convirtió en una fuente perpetua de inspiración, e incluso de él he recogido materiales, cuando al bajar la marea aparecen los vestigios de la vida humana, corroídos por el óxido. También de esa isla proviene el regalo más hermoso que haya recibido. Un esqueleto de ballenato de 7 metros de largo, 65 huesos blancos y perfectos que he usado en diferentes instalaciones artísticas.

Las obras que hoy les presento nacen de estas experiencias. De ir recogiendo distintos objetos que me hablan de historias pasadas, y de a poco unirlos con otros, para que lleguen a ser nuevos seres.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Mariana, saludos admiro tu amor al arte y como en el puedes expresar tus más profundos sentimientos.

Con el cariño de siempre,

Miguel Málaga - Perú

7:10 a. m.  

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